Érase una vez Dídola, un luminoso lugar en pleno centro de Zaragoza, donde nacían las buenas conversaciones al aroma del café. También vivían allí los libros ilustrados más bonitos y las novelas más interesantes, por si alguien quería perderse un rato entre sus páginas.

Cada día una tarta casera
Con mucho amor
Como en la cueva de las maravillas, en la barra de Dídola se sucedían los aromáticos manjares para desayunar y merendar: el mejor café ecológico de Colombia, los tés especiados, los batidos y frappés para los más golosos, la auténtica «limorada»… Para acompañar, podías encontrar delicados bagels salados o todo un surtido para los amantes del dulce: bizcocho de yogur y arándanos, cookies de chocolate, tarta de zanahoria o la reina de la casa: la cheescake Dídola.
Libros ilustrados
en nuestras estanterías
“¿Por qué un café con librería?”, se preguntaban algunos. “¿Pero qué invento es este?”, clamaban. En una esquina, un padre llevaba a sus hijos a cazar un oso mientras merendaban bizcochos. Bajo el ventanal, una joven sonreía sumergida en una historia humeante de café. Libros inspiradores, rebosantes de imaginación, tan bonitos que parecen cuadros, alumbraban desde las estanterías de Dídola, e incluso desde el techo, como un tesoro de piedras preciosas.